sábado, 16 de mayo de 2009

A unos ojos

Más dulces has de ser,
si me vuelves a mirar,
porque es malicia, a mi ver,
siendo fuente de placer,
causarme tanto pesar.

De seso me tiene ajeno
el que en suerte tan crüel
sea ese mirar sereno
sólo para mí veneno,
siendo para otros miel.

Si crüel te muestras,
porque no quieres que te quieran,
fieros por demás estás,
pues si amándonos, me matas,
si no te amara, muriera.

Si amando te puedo ofender,
venganza puedes tomar,
porque es fuerza que te haga ver
que o no te dejo de querer,
o me acabas de matar.

Si es la venganza medida
por mi amor, a tal rigor
el alma siento rendida,
porque es muy poco una vida
para vengar tanto amor.

Porque con él igualdad
guardar ningún otro puede;
es tanta su intensidad,
que pienso ¡ay de mí! que excede
vuestra misma crüeldad.

¡Son, por Dios, crudos azares
que me dén tus desdenes
ciento a ciento los pesares,
pudiendo darme a millares,
sin los pesares, los bienes!

Y me es doblado tormento
y el dolor más importuno,
el ver que muestras contento
en ser crudos para uno,
siendo blandos para cientos.

Y es injusto por demás
que tengas, ojos serenos,
a los que, de amor ajenos,
te aman menos, en más,
y a mí que amo más, en menos.

Y es, a la par que mortal,
tu lánguido desdén
¡tan dulce... tan celestial!...
que siempre reviste el mal
con las lisonjas del bien.

¡Oh, si tu luz querida
para alivio de mi suerte
fuese mi bella homicida!
¡Quién no cambiara su vida
por tan dulcísima muerte!

Y sólo de angustias lleno,
me es más que todo crüel,
el que ese mirar sereno,
sea para mí veneno,
siendo para todos miel.

0 Amigos opinan:

Publicar un comentario